lunes, 19 de marzo de 2012

La carta.

Hola Carlos:
¿Cómo puede ser que hallan pasado tantos años? 
Parece que fue ayer cuando caminábamos cogidos de la mano por el parque. Cuando todo aún no había cambiado. 
Hace tiempo que intento escribirte, pero no sabia como contarte lo mucho que influyó tu ida en mi vida. Posiblemente no había reunido el valor de decírtelo, de tragarme mi orgullo y reconocer que te echo de menos. 
Ahora mismo está lloviendo en el pueblo, son las cuatro de la tarde aunque parece que ya es de noche debido a la tormenta que se aproxima. 
Estoy sentada en el sofá, mi Madre y mi Padre están trabajando y como bien sabes hasta las ocho no llegan. Y la luz se ha ido, esto solo a pasado dos veces en el pueblo, la primera te tenia ami lado sentado en el sofá con el portátil buscando información sobre nuestro trabajo de Historia y hoy es la segunda y tú estás tan lejos. Aún no lo tengo asumido, aunque con la gente me mostraba fría y que me daba igual por dentro estaba echa polvo, destruida, solo sabía fingir falsas sonrisas. 
No te puedes creer lo destrozada que quedé tras tu partida. 
Aquel día también llovía, ¿recuerdas? Elegisteis mal día.
Recuerdo que era domingo por la mañana, cuando me enteré que te ibas salí disparada de casa. Tú te subiste al coche después de darme un beso de despedida. En tus ojos se notaba la tristeza, no querías abandonarme, abandonar aquello con lo que eras feliz en esos años, aquello con lo cual soñaste durante años y lo conseguiste, aquello a lo que los dos llamábamos amor, pero no te quedaba mas remedio, no podías hacer nada tus padres lo habían decidido.
Cuando vi arrancar el coche y marcharse, el alma se me calló al suelo, no me importaba nada, me quede paralizada, sentada en el frio asfalto, con la lluvia sobre todo mi cuerpo, me daba igual si cogía una pulmonía porque mi única razón por la que vivir se escapaba preso en aquel taxi amarillo.
La primera semana fue muy dificil, toda mi habitación estaba llena de recuerdos tuyos, mi cama todavía olía a ti y aunque te parezca extraño oía tu voz en todas partes. Incluso llegue a faltar a clases, mi Madre se preocupaba tanto  por mi que llego a llevarme a un psicólogo. Ya ves, yo con  un psicólogo, lo que me pasaba en ese momento no se curaba con terapias, simplemente no se curaba con nada. 
Llegue a estar todas las tardes encerrada en la habitación, las chicas venían casi siempre a casa, pasaban un rato conmigo y por unos momentos conseguían alejarme de todo, y actuar como si todo aquello no hubiera pasado nunca.
Un día me desperté con muchas ganas de vivir, con ganas de olvidar todo, de no darme por vencida e intentar ser feliz. Seguramente que sin ayuda de ellas no lo hubiera conseguido, puede parecer una ñoñez pero gracias a ellas estoy aquí, escribiéndote esto, sentada, con un cuaderno y  un bolígrafo sobre las piernas. 
Solo me faltan unos meses para acabar el Bachiller, y cuando te marchaste apenas estaba en 3º de la Eso. 
Lo tenia todo superado hasta que llevo aquel 25 de junio, estamos todas en la graduación, con nuestros mejores vestidos y muy nerviosas. Y allí estaba tu silla vacía, seguramente no sería la tuya, pero todo el mundo estaba sentado y sobraba una silla, al verla sin querer tu imagen volvió a mi cabeza, no podía evitarlo, tu, sentado en el banco del parque y prometiéndome que irías a verme, que ibas a estar en primera fila, pero por desgracia no lo cumpliste. 
Estaba ausente, no me enteré ni de que pronunciaron mi nombre, y cuando Carla me avisó de que ya me habían nombrado me quede paralizada, mis piernas querían andar, pero algo en mi cabeza no quería mandar esa orden. Al fin, no se como mis piernas ejecutaron pequeños y cortos pasos, seguramente en este momento te habrás acordado de todas las noches que me acompañabas hasta la puerta de mi casa y por el trayecto mirabas como daba pequeños pasitos, tal vez ese sea uno de mis defectos, pero también era uno de los que mas te gustaban. 
Aún recuerdo la sonrisa que ponías cada vez que me mirabas, cada vez que ponía esa voz de tonta que todos en algún momento sacamos. Pero todo aquello ya forma parte del recuerdo, parte de nuestra historia, parte de la caja de recuerdos.
No se como habrías vivido tu todo esto, solo sé que espero que aún conserves algún momento junto a mi, y espero que sea un bonito recuerdo, 
¿porque para que sirve recordar momentos malos? Para nada, solo para abrir aún mas las grietas que algún día nos dejo.
Han pasado ya tres horas desde que empecé a escribir la carta, con tantas emociones que no sabía como expresarlas, no quería que pensases que todo era culpa tuya, pero si no te la escribía y te la mandaba no estaba a gusto, debía quitarme este peso y reconocer que te eché y echo todavía de menos. Espero que la carta te llegue, y si algún día quieres hablar sobre algo, ya sabes donde estoy, porque tal vez lo nuestro no funcionase por diferentes causas, pero como amiga siempre me tendrás.
Un beso.