viernes, 17 de mayo de 2013

Prométeme un para siempre. Cap. 19.

"Esta es la primera carta que te escribo, también es el primer día que me dejan pasar a verte después del accidente. El médico no me dejaba entrar hasta que no estuviera completamente seguro de que no corrías ningún peligro. También fue él quien me dió la idea de escribirte una carta cada día, ponerla en uno de los cajones que tienes junto a tu cama para que cuando te recuperes puedas leerlas y saber todo lo que ha sucedido en todo este tiempo. Porque estoy segura de que las leerás.
Hoy hace justamente una semana desde que entraste en coma y las cosas siguen igual que antes. Tú estas tumbado en una de las camas del hospital, parece que estas todo el día dormido y aunque dicen que aún estando en coma puedes oírme apenas te digo un par de palabras si no que me quedo mirándote todo el rato viendo como tu pecho sube y baja, sin quitarte los ojos de encima ni un segundo. Es increíble como la vida puede cambiar en un instante, como sin querer o queriendo te revoluciona todo y no te queda más remedio que aceptar.
Así pareces un niño pequeño y en ocasiones es gracioso observarte porque haces algunos guiños extraños. Las enfermeras dicen que eso es normal, que no puedo ilusionarme con que despertarás si o sí, porque nunca se sabe y aún es pronto.
Tú solías repetir mucho esa frase, te negabas a creer que todo estaba escrito y que podíamos cambiar nuestro destino, y ahora daría lo que fuera por cambiarlo.
Yo ahora estoy bien, tengo una cicatriz en la frente, cerca de la ceja pero gracias al flequillo no se ve.  Por lo demás todo sigue igual. No sé que más puedo contarte, ya sabes que nunca se me dieron bien estas cosas. 
Recuerda y por nada del mundo olvides que eres mi vida, que te quiero con  locura y que mil gracias por todo el cariño que me has dado y por no darte por vencido nunca. Eres genial, mi vida.
                                                         Alis.                                                        
                                                                                                     13 de Junio de 2013"


Releo y vuelvo a releer la carta, la verdad es que me ha quedado un poco churro, pero espero poder ir mejorando poco a poco. La doblo por la mitad y la guardo en el primer cajón. Es casi la hora de irme y me duele tener que despedirme de Beto, no quiero dejar ahí...quiero que vuelva a ser el mismo de antes, quiero que se levante de esa puta cama y me prometa que todo va a estar bien...
Mamá toca la puerta y me indica que ya es la hora, la visita a acabado.
Me aproximo a Beto y le doy un suave y tierno beso en los labios, uno de esos besos que tanto le gustaba recibir. Salgo de la habitación, pero antes doy el último vistazo, parece que ahora tiene mejor color de piel, tal vez sea una especie de Bella Durmiente y necesita un beso de amor para despertar, y ojalá todo se solucionase con un beso.
Esta alocada comparación me provoca una amarga pero bonita sonrisa, la primera desde el accidente, y como siempre, gracias a él.

Prométeme un para siempre. Cap. 18

Abro los ojos y no se bien donde estoy. Es una pequeña sala, las paredes están pintadas de un azul claro. Estoy encima de una pequeña cama y junto a ella hay un sillón de cuero negro. Levanto la vista y tengo unos aparatos muy extraños de los cuales cuelgan cables que acaban en algunas partes de mi cuerpo. Estoy en un hospital. Claro, pero...se supone que debería estar en Alicante. ¡Ay! Un fuerte rayo recorre mi cabeza, me duele mucho. Intento buscarme el foco de ese fuerte dolor y me encuentro una brecha que ocupa casi toda mi frente. Ahora es cuando no entiendo nada. La puerta de la habitación se abre despacio y aparece Mamá con una bandeja de la cual sale un olor a alguna comida asquerosa de las que suelen dar en el hospital.
-Cielo, ya has despertado...¿Como estás?- Se sienta en el sillón, me mira. Tengo la mirada fija en algún punto, sigue hablando pero no la escucho, parece preocupada. A dejado una especie de chaqueta sobre su regazo, eso me hace aflorar una sonrisa, la cual no es capaz de salir. Cuando veníamos al hospital se sentaba en la sala de espera y colocaba su abrigo igual, esperaba a que alguien le diese solución a el por qué de mis llantos, unas veces era el tobillo otras la muñeca....siempre me pasaba algo, pero yo sabía que siempre estaría ahí, sentada, esperándome, apoyándome y sobre todo rezando por que no tuviera nada malo. Pero al fin y al cabo, todas las madres hacen lo mismo ¿no?.
-Estoy bien, algo confusa...¿Qué me ha pasado? ¿Dónde está Beto?- Le pregunto bastante frustrada. Debo de haberme dado un buen golpe en la cabeza, tengo todo un poco borroso.
-Tranquila Alis, esta todo bien. Ibais camino de Alicante, venía un camión de frente, los frenos os fallaron y bueno...aquí estás. Y Beto...cariño, Beto no corrió tanta suerte, él...-Hace una pausa y busca mis ojos, me estoy empezando a temer algo que jamás pensaba que ocurriría. En los ojos de mi madre reina el pánico.- lleva en coma desde hace dos días.... y aún no saben si van a poder salvarlo o no...- Continua dándome mil y una explicaciones para que no me ponga nerviosa, pero ya he oído suficiente.
-¿Dónde está? MAMÁ, ¿DONDE ESTÁ? Necesito saberlo...-Pierdo los nervios y sin querer lo pago con ella.
-Está en observación, los médicos necesitan saber si está o no fuera de peligro...y tú necesitas descansar...-Y no dice nada más, sale de la habitación y me deja sola.
Pensamientos extraños llena mi mente, sé que está bien pero no puedo evitar tener temor, es natural, hace un par de días estábamos genial y ahora...ahora nada, o al menos casi nada.

-Hola Alis, he acabado tus últimos análisis y al finalizar la tarde puedes marcharte a casa.- El médico me deja una carpetita llena de hojas y al salir me sonríe. No parece ser muy viejo, al contrario, juraría que este era su primer año o segundo en el hospital.
-Espere por favor, ¿se sabe algo de el chico que venía conmigo en el coche?-
-Mm... ¿Alberto...? No, lo siento aún está en observación. Planta 3, habitación 320. Sé que no estás en tus mejores momentos y sé que necesitas verle. Ahora mismo él no puede verte, pero sí escucharte. Cuando vuelvas a verle tendrás muchas cosas que contarle y una vez un paciente me comentó que le escribió una carta cada día a su mujer mientras  estuvo en el hospital y que ahora ella las guardaba como un gran tesoro, tal vez podrías probar. Hasta luego. - No dice nada más, cierra la puerta y yo me quedo con esa idea en la cabeza. Me gusta la idea, mucho.
Me subo al coche sin ganas, el dolor de cabeza no se va y la preocupación me come por dentro. No me han dejado ver a Beto y encima pretenden que descanse 'Como si pudiera hacerlo' le contesté a la enfermera. 'Tienes que hacerlo, por los dos' me dijo y su respuesta me dejó helada, igual que las gotas de agua que caen en este momento del cielo. Tormenta de verano, mi preferida pero, ¿para qué? si en este momento no estás para disfrutarla conmigo.
El trayecto se me hace una eternidad y algunos pequeños recuerdos comienzan a aparecer, por lo que me han dicho es normal que recupere poco a poco la memoria y recuerde el accidente, pero la verdad es que no me apetece recordar aquello. Sin embargo, Mamá parece contenta y en parte la entiendo, ha debido pasar unos días muy estresantes. 
Me mira y me dedica una amarga sonrisa, sabe por lo que estoy pasando y también sabe que tendrá que tener paciencia estos días, semanas o incluso meses ya que no serán fáciles para nadie.