viernes, 17 de mayo de 2013

Prométeme un para siempre. Cap. 18

Abro los ojos y no se bien donde estoy. Es una pequeña sala, las paredes están pintadas de un azul claro. Estoy encima de una pequeña cama y junto a ella hay un sillón de cuero negro. Levanto la vista y tengo unos aparatos muy extraños de los cuales cuelgan cables que acaban en algunas partes de mi cuerpo. Estoy en un hospital. Claro, pero...se supone que debería estar en Alicante. ¡Ay! Un fuerte rayo recorre mi cabeza, me duele mucho. Intento buscarme el foco de ese fuerte dolor y me encuentro una brecha que ocupa casi toda mi frente. Ahora es cuando no entiendo nada. La puerta de la habitación se abre despacio y aparece Mamá con una bandeja de la cual sale un olor a alguna comida asquerosa de las que suelen dar en el hospital.
-Cielo, ya has despertado...¿Como estás?- Se sienta en el sillón, me mira. Tengo la mirada fija en algún punto, sigue hablando pero no la escucho, parece preocupada. A dejado una especie de chaqueta sobre su regazo, eso me hace aflorar una sonrisa, la cual no es capaz de salir. Cuando veníamos al hospital se sentaba en la sala de espera y colocaba su abrigo igual, esperaba a que alguien le diese solución a el por qué de mis llantos, unas veces era el tobillo otras la muñeca....siempre me pasaba algo, pero yo sabía que siempre estaría ahí, sentada, esperándome, apoyándome y sobre todo rezando por que no tuviera nada malo. Pero al fin y al cabo, todas las madres hacen lo mismo ¿no?.
-Estoy bien, algo confusa...¿Qué me ha pasado? ¿Dónde está Beto?- Le pregunto bastante frustrada. Debo de haberme dado un buen golpe en la cabeza, tengo todo un poco borroso.
-Tranquila Alis, esta todo bien. Ibais camino de Alicante, venía un camión de frente, los frenos os fallaron y bueno...aquí estás. Y Beto...cariño, Beto no corrió tanta suerte, él...-Hace una pausa y busca mis ojos, me estoy empezando a temer algo que jamás pensaba que ocurriría. En los ojos de mi madre reina el pánico.- lleva en coma desde hace dos días.... y aún no saben si van a poder salvarlo o no...- Continua dándome mil y una explicaciones para que no me ponga nerviosa, pero ya he oído suficiente.
-¿Dónde está? MAMÁ, ¿DONDE ESTÁ? Necesito saberlo...-Pierdo los nervios y sin querer lo pago con ella.
-Está en observación, los médicos necesitan saber si está o no fuera de peligro...y tú necesitas descansar...-Y no dice nada más, sale de la habitación y me deja sola.
Pensamientos extraños llena mi mente, sé que está bien pero no puedo evitar tener temor, es natural, hace un par de días estábamos genial y ahora...ahora nada, o al menos casi nada.

-Hola Alis, he acabado tus últimos análisis y al finalizar la tarde puedes marcharte a casa.- El médico me deja una carpetita llena de hojas y al salir me sonríe. No parece ser muy viejo, al contrario, juraría que este era su primer año o segundo en el hospital.
-Espere por favor, ¿se sabe algo de el chico que venía conmigo en el coche?-
-Mm... ¿Alberto...? No, lo siento aún está en observación. Planta 3, habitación 320. Sé que no estás en tus mejores momentos y sé que necesitas verle. Ahora mismo él no puede verte, pero sí escucharte. Cuando vuelvas a verle tendrás muchas cosas que contarle y una vez un paciente me comentó que le escribió una carta cada día a su mujer mientras  estuvo en el hospital y que ahora ella las guardaba como un gran tesoro, tal vez podrías probar. Hasta luego. - No dice nada más, cierra la puerta y yo me quedo con esa idea en la cabeza. Me gusta la idea, mucho.
Me subo al coche sin ganas, el dolor de cabeza no se va y la preocupación me come por dentro. No me han dejado ver a Beto y encima pretenden que descanse 'Como si pudiera hacerlo' le contesté a la enfermera. 'Tienes que hacerlo, por los dos' me dijo y su respuesta me dejó helada, igual que las gotas de agua que caen en este momento del cielo. Tormenta de verano, mi preferida pero, ¿para qué? si en este momento no estás para disfrutarla conmigo.
El trayecto se me hace una eternidad y algunos pequeños recuerdos comienzan a aparecer, por lo que me han dicho es normal que recupere poco a poco la memoria y recuerde el accidente, pero la verdad es que no me apetece recordar aquello. Sin embargo, Mamá parece contenta y en parte la entiendo, ha debido pasar unos días muy estresantes. 
Me mira y me dedica una amarga sonrisa, sabe por lo que estoy pasando y también sabe que tendrá que tener paciencia estos días, semanas o incluso meses ya que no serán fáciles para nadie.

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