viernes, 28 de diciembre de 2012

Prométeme un para siempre. Cap. 7.

Los días pasan rápido, tal vez demasiado. Faltan pocos días para Navidad. Estas navidades están siendo un poco tristes. Mamá se esfuerza por aparentar que esta bien, que no pasa nada y que lo ha superado. Pero sé que es todo lo contrario, sé que todas las noches llora por cada uno de los golpes recibidos pero sobre todo porque ha vuelto a equivocarse. Y eso debe de doler mucho, enamorarse, confiar en alguien, darle todo lo que puedas, intentar que sea feliz cada instante que este a tu lado para que luego te rompa y te haga heridas que jamás podrán cicatrizarse. La vida te da lecciones, unas buenas y otras demasiado malas. No todo es bonito, no todo son sonrisas. Sé que todo esto algún día me pasará factura, me costará mucho creer en el amor y mucho más en para siempres porque en esta casa nos han durado menos de media hora.
Oigo que llaman en la puerta de mi cuarto, pero yo sigo inversa en mis pensamientos.
-Alissa cielo, me acaba de llamar la tía y me ha dicho que si me quiero ir con ella a Londres para dos semanas que dura la conferencia...no quiere irse sola y ha pensado que yo necesitaba...Bueno, tú también puedes venir con nosotras.-No le contesto, no me apetece hablar, solo quiero meterme bajo las sábanas y no salir jamás. Hoy no estoy de humor.-¿Alissa, me oyes?-
-Em..sí mamá, id vosotras, tranquila, yo me quedaré aquí. Estaré mejor.-Trago saliva, necesito llorar pero no quiero que me vea.
-¿Seguro?-Y asiento con la cabeza.-Vale, voy a decirle que voy con ella. Pero tú tendrás que ir a comer a casa de la abuela. Dormir si quieres puedes hacerlo aquí.-
-Vale.- Y suelto un suspiro. Me gusta ir a casa de la abuela.

Me acabo de despertar y miro el despertador. Son las 11:30 y por lo que veo mamá aún no ha vuelto. Hoy es Navidad.
Me dirijo a paso lento hacia la cocina y me preparo un buen bol de cereales. Enciendo la tele pero no hay nada que me interese. Las películas de Navidad son siempre lo mismo y ya aburre. 
Suena el teléfono, pero no lo cojo. No me apetece hablar con nadie. Salta el contestador, es mamá diciendo que no podrá llegar hoy, que hay tormenta de nieve. Menudas Navidades.
Me visto rápidamente y salgo a la calle. En la calle me cruzo con quien menos quiero ver en estos momentos. Intento hacer como que no le he visto y sigo caminando, pero no se rinde y me grita. 
-¡Alis! ¿Es que estas ciega?-Se acerca corriendo hacia mi.
-Si.-Le contesto muy borde. No estoy para risas.
-Tranquila peque, no pienso hacerte daño.-Y ríe. Y eso me enfurece aún más. 
-Ja, ja, ja. Muy gracioso Beto. Me encantaría quedarme a charlar contigo pero debo irme.-Y echo a andar. Pero no se rinde y me sigue. Me pone mil escusas para que me pare, para que hablemos. Pero nada.
-Vanessa y yo lo hemos dejado.-Bingo. A dado en el clavo. Me paro y hace una mueca. Lo sabía, sabía que con esto me iba a parar.
-¿Que? Ay Beto, lo siento mucho, perdona, perdona. Es que hoy estoy de mal humor.-Mierda. La he cagado pero bien, él solo quería desahogarse.
-JAJAJA Tranquila, no pasa nada. Yo estoy bien. Te invito a comer vamos.-Y coge de la mano.
-No puedo. Le he dicho a mi abuela que iría a su casa a comer y no puedo fallarle...-Antes de acabar la frase se me ocurre una idea. Saco el móvil del bolsillo y marco rápidamente. Beto hace gestos y yo me río. Cuelgo y vuelvo a él.- Mi abuela esta encantada de que vengas a comer.-Y le vuelvo a sonreír.
-Pe..pe..pero Alis, no es necesa.-
-No hay mas que hablar. Vienes y punto.-

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